En definitiva, cuando vives solo le das la razón a todo lo que tu mamá te decía y tú odiabas, ¿lo dudas? ¡Checa!
“No dejes la ropa tirada”. Uno que otro día, puede pasar, pero cuando llega el sábado o domingo y no puedes salir ni a la esquina porque tienes muchísimo que acomodar, te acuerdas de aquellos regaños ‘sin sentido’, según tú, hoy entiendes perfecto que, de levantar todos los días, no tendrás que dedicar horas a la limpieza.
“Cómete la fruta”. Seguro recuerdas que cuando el plátano o el mango comenzaban a tener manchitas negras lo primero que decías era “Ew!”, hoy, que la tienes que comprar tú, sabes lo importante que es evitar el desperdicio, buscar la manera de ocuparla, ya sea haciendo agua, mezclándolo con algo más, etc. Después de todo, no pasa nada. ¿cierto?
“Baja los pies del sillón”. ¿De qué sirve el sillón si no es para estar cómoda sobre él? Pues sí, eso nos preguntábamos siempre, pero, ¿cuánto te costó el sofá que tienes ahora en el depa? Lo que más quieres es que te dure, que esté impecable por mucho tiempo, te apuesto a que no dejarías que nadie llegara a acostarse con los zapatos puestos, ¿verdad?
“Lava los trastes en cuanto termines”. No, no lo decía para molestarte, ella más que nadie sabe que de no hacerlo en el momento te dará flojera o se te juntarán con el resto de las comidas siguientes. Si no quieres perderte tu programa de TV, lo mejor es que dediques dos minutos a lavar tu plato y cubiertos.
Nadie sabrá que se siente estar en los pies de otro hasta que se pone en sus zapatos; tu mamá es la más sabia del mundo, no dudes que todo aquello que alguna vez te dijo o te sigue diciendo tiene muy buenas razones.