Una finlandesa, una japonesa y un suizo nos platican su experiencia viviendo en nuestro México lindo y querido
Por Abril Mulato
Para los que vivimos en México, encontrar franceses, españoles o estadounidenses caminando por las calles no es raro. Tampoco lo es bailar en algún bar con colombianos, cubanos o venezolanos. Y argentinos ni se diga, hay montones.
En este país, cuando llega “gente de fuera” (como dicen las abuelitas) nos encanta presumirles nuestra comida, queremos que prueben todos los tacos con su respectiva salsa, los queremos subir y bajar de las pirámides y por favor que no falte el tequila.
Aquí en México, la novedad nos emociona y a los extranjeros no les disgusta nuestro país. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en la república mexicana hay 961.121 personas nacidas en otra nación, lo que equivale al 0,86% de la población total.
De acuerdo con el último censo de población realizado por el INEGI, la mayoría de los extranjeros que habitan en México provienen de Estados Unidos, España, Guatemala, Colombia y Argentina. A estos le siguen Cuba, Honduras, Venezuela, El Salvador, Canadá y Francia.
Se puede decir que los originarios de estos 10 países ya nos conocen. Ubican nuestras mañas, entienden nuestro sentido del humor (o al menos lo intentan) y medianamente saben cómo hablamos. Digamos que les caemos bien y por eso toman la decisión de quedarse un periodo más largo o incluso de vivir aquí.
Pero ¿qué pasa con quienes llegan de países con una cultura que difiere mucho de la de México? ¿cómo es vivir en un país tan distinto? ¿les gusta lo que ven-oyen-comen?
Hay cosas que sorprenden
Noora, originaria de Finlandia, llegó a México por una oferta de trabajo y vivió aquí durante seis meses. “México es un país de contrastes. Cuando llegué me sorprendieron muchas cosas. El clima tan variado que tiene la capital y también su diversidad cultural”, relata la coordinadora de proyectos de 31 años. “Lo rápido que me sentí como en casa fue maravilloso”.
Para Mitsuki, consultora de una organización internacional originaria de Japón, la sorpresa más grande se la llevó cuando visitó el Zócalo en la CDMX. “Hay muchísima gente, muchos vendedores ambulantes y varios grupos de danzantes con trajes prehispánicos. Yo soy de Tokio y a pesar de que también hay mucha gente, no hay tanto ruido. A veces me gusta, pero a veces llega a ser molesto”, comenta la joven de 27 años.
“A mí lo que más me sorprendió fue que tan buena y barata que puede ser la comida callejera. No es normal”, dice Cosma, economista de 30 años originario de Suiza. “El tamaño de CDMX y la distancia (no solo geográfica) que hay entre sus colonias también es fascinante”.
Y otras que decepcionan
En cosas menos positivas, Noora confiesa que nunca ha entendido la gran cantidad de horas que el mexicano pasa en el tráfico y en el trabajo. “Es impresionante el tiempo que los mexicanos pueden pasar en una oficina o en un carro. Llega a ser bastante triste”, comenta. “También me da pena el nivel de contaminación y los problemas con el agua que llega a haber en ciudades como la de México. Y por otro lado, aunque siempre he estado en una posición privilegiada en ese país, no tolero la desigualdad social y la de género, el clasismo y la discriminación, ni la violencia y la impunidad”.
Mitsuki añade que no tolera el hecho de no poder relajarse en el transporte público. “Por ejemplo en Japón olvidé mi teléfono en el metro cuatro veces y siempre lo recuperé, eso es algo que no puede esperarse en México. No me gusta que la gente nunca respeta las filas, siempre se meten cuando quieren y eso es súper molesto. La verdad es que esa “competencia” me cansa bastante, siempre tengo que estar atenta para que nadie se meta”, explica la japonesa.
Para Cosma, México puede tener muchos defectos, pero nada es más despreciable que el narcocorrido. “Si ya el corrido no me encanta, ese género musical me parece algo inaceptable. Simplemente no debería existir”, dice el suizo.
Pero de una u otra forma México siempre será mágico
“Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas”. Para Noora ese es un grito tan característico de la Ciudad de México que siempre sonríe cuando lo escucha. “México es mágico. Me encanta la música y la infinita belleza que encuentras en cualquier rincón, pero lo que más recuerdo es la generosidad la gente que me abrió las puertas de su casa y que me llevó a lugares hermosos”, recuerda la finlandesa.
Mitsuki agrega: “Me gustan los colores. Especialmente en las partes más coloniales del país. Me gusta que las casas se ven muy alegres y vivas. A veces las pintan de amarillo o azul y las decoran con soles y lunas. Eso me encanta”, comenta la consultora. “En Japón no hay tantos colores como aquí, las casas son muy monótonas”.
Cuando Cosma piensa en México cuatro palabras le vienen a la mente: Taco, chamba, maguey e historia. “La verdad es que es tienen razón cuando dicen, como México no hay dos para bien y para mal. A mí lo que más me maravilla es la amabilidad de la gente y de ahí la música, la buena comida y el mezcal. En ningún lado encuentras una combinación tan perfecta”, detalla.
Y ya por último los consejos
Patrocinados por nuestros entrevistados, te dejamos algunos consejos que no puedes dejar de tomar en cuenta si es que algún día nos pierdes el miedo y te vienes a vivir para acá.
- Prepárate para un clima variado.
- Piensa bien en qué zona es más práctico y más seguro para vivir teniendo en cuenta qué transporte vas a usar y qué servicios quieres tener cerca
- Disfruta la comida callejera
- Visita todos los mercados que puedas
- Prueba la mayor cantidad de dulces mexicanos que puedas
- Ten cuidado y usa Uber cuando empiece a anochecer
- Si llegas a vivir en la capital disfrútala, pero sal cada vez que puedas y conoce otros lugares
- No le creas a un mexicano cuando te dice que la salsa no pica. Siempre pican
- El mezcal no es para todo mal no importa cuántas veces lo escuches no lo creas
- Aprende a bailar. No tengas pena
- Siempre pregunta qué quieren decir las cosas. Hay muchas palabras que solo existen en México y otras que tienen un significado totalmente distinto