Por Abril Mulato
Seis años atrás, cuando Eduardo Ramón, diseñador e ilustrador de 31 años, llegó a vivir a la Ciudad de México (CDMX) lo único que trajo con él fue una maleta y la información de una casa en donde podría rentar una habitación.
Su experiencia laboral previa no fue la mejor y cuando dejó su trabajo en Guadalajara (Jalisco) no obtuvo el finiquito que esperaba. Aún así, se aventuró y al llegar a la CDMX gastó $4.500 de los $8.500 que tenía para pagar un cuarto que contaba con una cama y un refrigerador. Nada más.
Con $4.000 pesos en la bolsa Eduardo sobrevivió poco más de un mes, hasta que recibió el pago de la revista que lo había contratado. El joven ilustrador creyó que con los $11.000 pesos que percibiría al mes lograría vivir bien, pero se equivocó. Tuvo que pasar un año antes de que se sintiera seguro económicamente.
La renta es “un putazo de dinero”
De acuerdo con el Ranking de Las mejores ciudades para ser joven en México, publicado en 2018, los jóvenes habitantes de la CDMX destinan en promedio el 40% de su ingreso al pago de la renta. En comidas destinan aproximadamente el 25% de su ingreso. Lo anterior quiere decir que, entre alimentos y el pago de renta mensual, los jóvenes desembolsan más del 60% de su sueldo.
“En Guadalajara es más común que te salgas de casa más grande, pero acá tienen otra mentalidad y si no estás acostumbrado a pagar renta cuando llegas cuesta mucho trabajo”, explica Eduardo. “Te la rifas como puedes. Tienes chamba y tu freelance porque sino no te alcanza. Es un putazo de dinero”.
Pero hay casos más extremos. Andrea Alamilla, booker de modelos de 27 años originaria de Mérida que llegó a la ciudad en 2017, es uno de ellos. “Al llegar seguía con mi trabajo de Mérida y ganaba $7.500 pesos al mes. Después conseguí otro aquí en el que me pagaban $7.000 y yo pagaba 4.500 pesos de renta; me quedaban $2.500 para el resto del mes. Vivía bien apretada”, comenta la también estudiante de moda. “El mes lo terminaba casi en ceros y sobrevivía con el dinero que había ahorrado antes de mudarme”.
Según nuestro más reciente barómetro de colonias de la Ciudad de México, el precio promedio de una habitación en renta, es de $5,500 pesos mensuales. La alta demanda de vivienda hace que los costos de las rentas aumenten entre el 3 y 11% cada año dependiendo la colonia, y por esta razón, foráneos como Eduardo y Andrea optan por compartir departamento. “Si no compartes la renta no te alcanza y menos si acabas de llegar”, agrega Eduardo.
“Aprendí a vivir con $130 pesos al día”
Cuando Irene Landeros, llegó a estudiar la Ciudad de México proveniente de Chiapas contaba con el apoyo de sus padres. La periodista que arribó en 2003 a la capital venía a estudiar periodismo y su familia la apoyó pagando la escuela y su manutención en la capital durante el tiempo que duró la carrera.
“Fue muy duro separarme de mi familia y aprender a sobrevivir en una de las ciudades más pobladas del mundo”, relata la también investigadora social. “Más allá del pago de la escuela y la renta con la que me apoyaron mis padres, la vida aquí es mucho más cara que en el interior de la República y tienes que pensar muy bien en qué te gastas el dinero. Cada peso que gastas te duele”.
Georgina Vallejo, comunicóloga audiovisual de 25 años, llegó de Oaxaca a la CDMX en 2013 a estudiar una carrera que no existía en el plan de estudios de ninguna universidad de su estado. A pesar de diversas dificultades económicas por las que su familia atravesaba la ahora editora de video consiguió una beca y llegó a vivir a una casa de huéspedes en el centro de la ciudad.
“Durante la carrera mis padres me mantenían. Me pagaban la renta de la habitación, que estaba en $3250 pesos (Los servicios ya venían incluidos) y además de eso, mi padre me mandaba $800 pesos semanales. Unos meses después comenzó a mandarme $1000. Aprendí a vivir como con $130 pesos al día”, comenta Georgina.
La oaxaqueña confiesa que tampoco le daba mucha importancia a su alimentación. “En las primeras semanas comía una vez al día. No me daba mucha hambre. A veces comía una Maruchan del 7-Eleven y otras veces compraba un cuernito en el supermercado. Después descubrí los tacos de guisado de $5 pesos frente al metro y los pambazos de $25 pesos de la esquina.”
O te administras o te escupe la gran Tenochtitlán
El publirrelacionista de 29 años Andrés González Ross llegó de Guadalajara a la Ciudad buscando oportunidades laborales en la primavera de 2016. Como muchos contaba con un dinero ahorrado y esto le ayudó a sobrevivir hasta que encontró trabajo.
“Gastaba $3.000 pesos en renta, como $3.000 en comida y ganaba cantidades muy bajas en proyectitos, terminaba y sigo terminando el mes en ceros”, explica. “Ya gano $20.000 al mes, gasto $6.000 en renta, y todo lo demás se va a en deudas y comida. Sigo terminando en ceros”.
Para su paisano Eduardo, quien actualmente gana como freelance entre $15.000 y $20.000 pesos mensuales sí es posible vivir con esa cantidad en la gran urbe pero cuesta. “La cosa es que no me sabía administrar, con el tiempo aprendes. No entendía por qué me quedaban mil pesos, pero era eso. Se puede ahorrar, pero tienes que ser súper estricto con todo”, señala el diseñador.
Andrea comparte la opinión de Eduardo y cree que aunque es difícil puedes vivir en la CDMX y no solo sobrevivir. “Tardé en conseguirlo, pero ahora tengo un trabajo que me encanta y bueno, gano mejor y a eso debo sumar mis comisiones. Al mes necesito unos $11.000 para sobrevivir y con lo que gano, más mis comisiones y trabajos extras a veces hasta logro ahorrar o pagar cosas que tenía pendientes”.
“Yo de aquí no me muevo”
Ya sea por la vida nocturna, la comida o las experiencias que solo se pueden experimentar en la Ciudad de México, ninguno de estos jóvenes profesionistas tienen planeado abandonarla.
“Lo mejor que me ha dado la ciudad han sido las personas que he conocido aquí y el proceso de aprendizaje que he tenido desde que estudié hasta ahora que trabajo”, dice Georgina. “Ya estoy establecida aquí”, indica Irene. “Me gusta mucho mi trabajo y no podría trabajar de eso en Yucatán”, señala Andrea. “Mi rubro laboral está aquí”, comenta Andrés.
Eduardo agrega: “Es difícil dejar a tu familia, amigos y en general a la burbuja en la que viviste tanto tiempo. La Ciudad de México te cambia todo, hasta la manera de relacionarte, pero yo de aquí no me muevo, al menos no por ahora”.